Lleva el espectáculo hasta en los dedos, cargados de anillos descomunales. Alto, verborrágico, irónico, sutil, amabilísimo, Pepe Cibrián Campoy es como “El hombre de La Mancha”, el musical que subirá a escena esta noche y mañana en el Teatro Mercedes Sosa. En la entrevista faltó Sancho Panza (Raúl Lavié) pero lo escoltó su Dulcinea del Toboso, Cecilia Milone. Pepito habló mucho más que lo que permite reproducir este espacio.
Viejos conocidos
“En esta ciudad estoy conmovido ¡la gente es tan afectuosa! El padre de Raúl Armisén (presidente del Teatro Mercedes Sosa) también era actor, y era la mano derecha de papá, así que nos conocemos de muy chicos”.
Fracaso-éxito
“En un húmedo garaje en construcción, en Mar del Plata, mi papá me armó un café concert. Tenía 17 años. No fue nadie, por supuesto, y durante muchos años no fue nadie. A los 27 años, ante mi queja de que en este país solo se podía fracasar, un gran productor me aclaró: ‘para fracasar primero hay que tener éxito’”.
Ser actor
“Mi familia se brindó porque fuera actor y la vida me dio muchas alegrías. Tuve la suerte de encontrarme con gente como Tito Lectoure, que creyeron en mi delirio, y me cambiaron la vida a mí (y a muchos artistas). Pasaron años en que no actué en mis obras hasta que vinieron “Marica” y “Priscilla, la reina del desierto”. Un día dije: “quiero ser actor. Necesitaba cumplir el sueño de mis padres y mío”.
Protagonista
“’El hombre de la Mancha’ tiene que ver con aquel chico que soñaba con ser protagonista. Me di cuenta de que serlo es no es salir en una tapa sino hacer lo que uno sueña, ser un quijote. Creo que mis padres y yo somos quijotes en un mundo donde peleamos contra molinos de viento. Siempre luchando y haciendo”.
Ciclos
“El ciclo y el homenaje a mis padres se cierra, y espero que se siga abriendo en este ciclo con Cecilia. Ella empezó conmigo con Drácula. Hoy es una figura, una mujer hecha y derecha, luchadora, quijote, de producir sus cosas y arriesgarse. Para mí es uno de los amores de mi vida, como mi familia. Estoy tan agradecido de la vida, en este momento, estar con ella en un escenario, y con Lavié”.
La obra
“Quijote es un clásico norteamericano que se estrenó hace 50 años. Al comprarlo y traducirlo lo adaptamos a nuestra idiosincrasia. Le dimos la sangre latina, manteniendo la obra y la música. Todos son hombres, salvo Cecilia, y tiene vértigo, humor y mucha ternura. Ahora es una puesta muy informal”.
Personajes
“Yo cambio de personaje solo en un movimiento de pelo; soy Cervantes y Quijote. Ella compone Dulcinea y Aldonza, una prostituta mágica. Hay una parte de Pepe y de Cecilia que se vinculan desde ese amor personal y otra desde el Quijote y Dulcinea. Esa que poco a poco va entendiendo que el Quijote no es un loco sino un idealista, y para el mundo los idealistas son locos”.
Idealistas, hoy
“La globalización, la desculturización y el achatamiento hacen que no haya tantos ideales, pero hay quienes sí los tienen. Quizás los idealistas de antes eran revolucionarios. Cuando Grecia vota en contra de unas condiciones salvajes es un pueblo digno, digno de ser griego, además. Si no, no hubiesen estado ni las Termópilas... y tanta otra historia grande que es base de nuestra cultura. Ese es un ideal: decir no”.
El espejo y el vestidor
“Esta experiencia mágica del Quijote termina en octubre. En septiembre se estrena ‘El espejo de los otros’, dirigida por Marcos Carnevale, con la Borges, la Aleandro, la Picchio, la Ross, Oscar Martínez, la Brédice, la Díaz, Casero, entre otros... impresionante. También Carnevale me dirigirá en abril en ‘El vestidor’ (obra inglesa con Albert Finney que Chávez puso acá hace mucho). La haremos con Luis Machín y con la Picchio. Va a ser una experiencia bárbara porque no es un musical. Para mí trabajar con actores no musicales como Machín es un gran desafío y un gran privilegio. Para mí en la vida todo es impensado. Y maravilloso”.
HOY Y MAÑANA
• A las 20, en el Teatro Mercedes Sosa (San Martín 479)